01.- Una patada a la tele
Bien sé que el cultivo intelectual entraña una apriorística y decidida voluntad y un posterior y renovado esfuerzo. A veces un esfuerzo muy grande. Pero no es menos verdad que con ello se conquistan territorios bellísimos y fértiles: espacios de contemplación, sutiles vientos de calma, lazos de humanidad, campos de luz y de conocimiento…Y, en todo caso, territorios inmensamente más ricos que un altisonante programa de televisión en el que la meta es el cuerpo zascandil -o el rostro sensiblero o el prostituido corazón, que tanto da- de determinados personajes “telebazóficos” que, por lo común, exhiben un paisaje cultural desangeladamente agostado. Dicho sea por si alguien necesita un empujón para cambiar de canal o de programa. E incluso para darle una patada a la tele, porque cada día es más palpable que la calidad técnica de este medio de comunicación es inversamente proporcional a la de sus embrutecedores programas. Queden a salvo, no obstante, las honrosas excepciones que harán valer esta regla. (1997)
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